sábado, 4 de abril de 2015

Nirvana - Pere Formiguera


Dicen que cuando mueres todo se acaba para siempre, pero este no es el caso de nuestro amigo Hipòlit. Ateo convencido, un día muere atropellado por un camión y descubre que nada funciona como esperaba: un amable espíritu le explica que el destino de los humanos buenos tiene como meta alcanzar el nirvana y adentrarse en algo parecido al paraíso; sin embargo, aquellos que no han actuado bien en vida deben someterse a una serie de reencarnaciones hasta que se les permita llegar a él (¡los budistas habían acertado!). Las reencarnaciones pueden darse en otro humano o en un animal, en caso de que el sujeto lo haya hecho tan mal en su existencia anterior que merezca bajar de categoría. Hipòlit pertenece a este último grupo y tras su muerte inicia una aventura que le llevará a reencarnarse en perro, papagayo, mantis religiosa… Eso sí, sin perder su esencia de hombre.

Puntuación

Sandra


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